Lo ínfimo que eres

Sentado a la orilla del mar, te das cuenta de lo ínfimo que eres. Ante el horizonte infinito, que une en una línea perfecta el cielo y el agua, se fija la mirada buscando no sé qué. Esta armonía de nubes, cielo, sol, agua y algún velero, me recuerda los dibujos que uno hace de pequeño en los que intenta que no se le escape ni el más mínimo detalle para demostrarse a uno mismo que es mucho más mayor de lo que los adultos creen. Dibujos con un sol siempre radiante con sus rayitos saliendo del círculo perfectamente pintado de amarillo chillón, las nubes blancas con forma de nubes sin forma, pájaros de dos simples líneas curvas que se unen en un vértice casi perfecto, un mar azul oscuro con olas blancas y un barquito velero pintado de azul con la vela roja, verde o amarilla y la ausencia de personas. ¿Por qué pintamos de niños estampas playeras sin personas? Quizás el niño sabe lo ínfimo que es el ser humano ante el cielo y el mar.
Aprendemos a nadar en un intento por demostrar a la naturaleza que no tememos al mar pero no podemos volar. Dédalo e Ícaro lo intentaron en tiempos minoicos pero pagaron caro si desafío al cielo, propiedad de los dioses, y el potente sol derritió la cera de sus alas y no se pudo evitar la caída inevitable del joven que intento porfiar el poder de los habitantes del Olimpo. El cielo es propiedad de los Dioses y el hombre teme ese espacio infinito e inabarcable.
El mar es cercano, el agua se toca con las manos, saltamos ante una ola, navegamos sorteando las corrientes y dejamos mensajes dentro de una botella porque sabemos que alguien en otra orilla recogerá el mensaje y nos demostrará que no estamos nunca solos.
Pasea la gente por la playa al atardecer, los pescadores sacan sus cañas y colocan el cebo para engañar a algún pez poco hábil, un perro corretea en busca de una pequeña pelota que le lanza una niña con su padres y acurrucados bajo una toalla se mezclan los besos de dos adolescentes enamorados.
Sí, hay gente en la playa aunque nunca la reflejemos en los dibujos de niños y siempre nos quedaran los magníficos cuadros levantinos de Sorolla. El mar es inmenso, peligroso o amable, benefactor o destructor pero siempre es cercano. Sentado a la orilla del mar, te das cuenta de lo ínfimo que eres.

(FcoTomásM2024)

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